'CIGARRERAS DE LOGROÑO', VISTAS POR LA REVISTA ILUSTRADA 'LA ESTAMPA'






La revista ilustrada 'ESTAMPA' (1928, en una crónica de Paulino Masip, con tres fotos de Muro nos describe la fábrica de Tabacos de Logroño en su artículo 'Cigarreras de Logroño"

Es una crónica humana alejada de la de las visitas oficiales, de reyes de ministros, de la de los artículos que nos relatan la industrias de provincias en  el que hombres hacendados con buenas iniciativas para los negocios llevan la prosperidad a su tierra...

"Carmen" o aquí en Logroño "María la guapa", es el tópico que sirve de introducción, para un artículo periodístico que no tiene nada de romántico. En él se contrapone la realidad cotidiana de las trabajadoras de la fábrica de tabacos de los años 20-30 de Logroño a la imagen de la novela de Prosper Merinée. 

Se esbozan temas cruciales  como la incorporación de las máquinas a las labores que habitualmente eran manuales, las cigarreras ahora tabaqueras, con su uniforme kaki y disciplina de fábrica ya no son en 1928 tan apreciadas por su habilidad... simplemente son operarias que atendían una máquina y se necesitaban cada vez en menor número. El artículo también aparece la idea del orgullo de trabajar en la Tabacalera, la "fábrica" de Logroño, que es la más importante durante mucho tiempo  y la primera que incorpora en gran número a la mujer.

Así que la crónica amable de ESTAMPA, no resulta tan trivial y folclórica como pudiera inicialmente parecer, Paulino Masip resume la situación de las tabaqueras logroñesas con esta frase: "por la puerta de la Fábríca ¡tan amplia en horas de entrada; tan angosta en las de salida pasan las cigarreras...'


'CIGARRERAS DE LOGROÑO'

"La única representante de la estirpe de Carmen que yo he conocido en Logroño murió hace unos meses. Se llamaba Dolores; la llamaban dona Dolores y ella, a sí misma, se decía Dolorsitas. Era una viejecita de más de setenta anos, menuda y frágil. Tenía un parlotear ligero, que picoteaba sobre recuerdos de su tierra y de su Manolo—el marido muerto—constantemente, y su color recordaba la ceniza de un buen cigarro. Como la ceniza de un buen cigarro, ya en las últimas chupadas, a un temblor de la mano. Cayó en la sepultura. Así de blanda y suavemente. Era sevillana y había ido a Logroño cuando se fundó la Fábrica, en 1890, con otras compañeras. Con esta viejecita desapareció de Logroño el último vestigio de una leyenda literaria, vestigio remotísimo por otra parte, y que no tenía más asidero que estas dos palabras: cigarrera y sevillana. Pero una fantasía adolescente no necesita más. 

MARÍA 
Ya lo saben ustedes. Si alguna vez entran en la Fábrica de Tabacos logroñsa huyan del recuerdo de Carmen. 

Rechácenlo. Sólo les serviría para entorpecerles la mirada. La cigarrera logroñesa no se llama Carmen. Se llama María. Se llama este nombre tan claro, tan limpió, tan ingenuo, tan sin perfume: María. Todo el Santoral está representado en la Fábrica, pero la cigarrera tipo, la cigarrcra símbolo, la Cigarrera, con letra mayúscula, se llama María. Hubo una—todos los logroñes de más de quince años la recuerdan—a quien llamaban, además, *la guapa», María, la guapa. Dos vocablos que son, en cierto modo, una redundancia, porque las gracias y virtudes de una mujer guapa son las mismas que convienen a una mujer que se llama María.

El taller de cigarros puros, donde las operarías, uniformadas con sus guardapolvos kaki y sus gorros no muy graciosos, son inteligentes auxiliares de las máquinas. 

Pero el exceso de esta redundancia explica de qué modo está justificado en las más hondas raicillas de su alma y en los más puros contornos de su cuerpo este nombre de la cigarrera logroñesa. 

ARISTOCRACIA 
Para andar por la vida taconeando orgullosamente, en Logroño, una mujer ha podido ser, como en otras partes, rica, noble o bella, pero además, cigarrera. «Ser de la Fábrica» o «ir a la Fábrica»—la Fábrica es la de Tabacos—ha sido, durante muchos años, cualidad de selección en el trato social, Afortunadamente—sí, sí, afortunadamente—el maquinismo truncó el proceso de formación. 

Las máquinas invadieron las Fábricas, porque los dedos de acero resultaron más ágiles, más precisos, más perfectos, más baratos que los femeninos, y las mujeres se batieron en retirada. Esto les dio humildad, y con la humildad solidaridad humana. Profesión al mente comenzaron a llamarse tabaqueras.

No es poca cosa. Carmen, la cigarrera, lleva flores en el pelo, ríe, burla, canta, María, la tabaquera, acepta el serio uniforme de la clase, trabaja, piensa, forma cooperativas, presta sus servicios al común, etc., etc. 


EL UNIFORME 

He dedicado un elogio al serio uniforme de la clase. He mentido por vil contaminación sociológica. La verdad es que se me ha caído el alma a los pies, cuando he entrado en un taller y he visto a las cigarreras—embutidas en esos guardapolvos kaki y tocadas con esos abominables gorros que toda su coquetería no consigue hacer graciosos. —Pero ¿así las obligan a vestirse?—he preguntado. •—La higiene... La seriedad del trabajo... La buena organización...—me han dicho. No me he atrevido a protestar. ¿Para qué? He tenido intenciones de hacerlo en nombre de la literatura. La literatura tiene sus derechos y las cigarreras le pertenecen, es decir, le pertenecían. Pero he tenido la sospecha de que no me iban a hacer caso. Ahora, un Gómez de la Serna, de ocasión, dirá que las cigarreras parecen enfermeras de los cigarrillos, Y nada más. De esto a la Carmen, de Merimée, hay un trecho. 

El uniforme tiene ta culpa, A cigarreras uniformadas Corresponde una literatura uniformada también. 

NÚMEROS 
He aquí unas cuantas cifras para los aficionados a la estadística: 
Personal. — En la actualidad trabajan en la Fábrica de Tabacos de Logroño 587 mujeres y 95 hombres. Corno he deslizado más arriba, la Fábrica tiende a disminuir el personal femenino que las máquinas hacen innecesario. Desde hace un par de años se cerró totalmente el ingreso de nuevas operarias y se van amortizando las vacantes que se producen. 

Jornales. - Las cigarreras trabajan destajo, pero tienen lo que se llama una subvención de trabajo de dos pesetas diarias. Sobre esta subvención, que se concede también en caso de enfermedad justificada debidamente viene lo que cada operaría devenga, con su esfuerzo, a lo largo de la jornada. Entre la subvención y el destajo vienen a sacar un jornal medio de siete pesetas, como lo atestiguan estos cuantos números, que extraigo de una lista de destajos: pesetas 5,20, 4.75, 4.91, 4-24, 5.63, 5,15, etc. 

Producción.—Cifras del mes de agosto pasado. En la lista van clases producidas y cantidad: Cigarros M, grandes, en mazos de 20, 58 cajones. Cigarros M, chicos, en mazos de 20, 70 cajones. Cigarrillos elegantes, de arroz, 10 cajones. Ídem superiores, cuadrado, 1.640 cajones. Ídem entrefinos, ídem, 550 cajones. ídem comunes, hebra, en macitos, 780 cajones, ídem Ídem id., en cartera, 970 cajones. Picado común, suave, 2.600 cajones. 

Los cigarrillos elegantes de arroz son los llamados susinis', ¿quien no se acuerda? Prácticamente, como pueden comprobar, están en desuso. Las glorias humanas son perecederas. hubo una época en que se hablaba de los «susinis» hasta en las zarzuelas, con música. Los chicos de entonces los llamábamos «cigarrillos de alimento». Ahora, en cambio, entre los castigos que a uno le podrían imponer no sería el más liviano obligarle a fumar una cajetilla de «susinis». ¡Lo que pueden entre el tiempo y la Tabacalera! 

Esos «cigarrillos superiores al cuadrado» son las cajetillas de 0,50 céntimos. Se han fabricado en el mes de agosto 1.640 cajones, que multiplicados por 1.250 cajetillas que tiene cada cajón da un total, en cajetillas, de dos millones cincuenta mil. Estos cigarrillos se fuman casi íntegramente entre Logroño y su provincia y la capital de España. Para el curioso lector que se quiera entretener haciendo números diré que las máquinas que fabrican los cigarrillos de 0,50 lanzan dos cajetillas y media por minuto. Le he dicho a Muro, mi fotógrafo: -





- M i r a , chico, creo que a tos lectores de ESTAMPA ¿no les interesan demasiado las máquinas? Los talleres se parecen unos a otros como gotas de agua. Con un par de ellos tenemos bastante. Vamos a la calle y esperamos la salida. La salida de las cigarreras es siempre un espectáculo, un gran espectáculo tumultuoso y vocinglero. Esos tópicos del pajarillo y la jaula abierta, del preso y el calabozo se refuerzan aquí con singular brío. Yo que soy sin presunción -- algo perito en salidas cigarrerriles doy fe que la algarabía de ta libertad ha ido en aumento con los años. (-Antes se libraban sólo de las paredes — pienso—. Ahora se libran también del uniforme, Se explica. 

En este claro y logroñés mediodía otoñal la máquina fotográfica ejerce funciones de micrófono y la rotunda prosodia na dilata sus acentos desmesuradamente, la puerta de la Fábrica—¡tan amplia en horas de entrada; tan angosta en las de salida pasan las cigarreras, vueltas a la gracia de su ser original, con un gesto de risueño pavor para el ojo inmóvil de la cámara obscura. 

En la esquina de Portales esperan la salida novios, maridos, pretendientes, simples curiosos del desfile gentil. La calle del Mercado se Ilena de risas, de suaves reproches, de mimosas excusas.— ¡Te habrás entretenido retratándote! -—¡Pero si es para ESTAMPA, hombre, y se sale muy bien!  La gracia barroca del viejo palacio de Espartero sonríe..."










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